Multiplica sus flores el almendro,
indefenso febrero diminuto,
en el cálido engaño de tus soles
que han de caer rendidos a la helada.
Y estalla la alegría a cada paso,
y el invierno parece ya vencido
por la tierna presencia alboreante,
vanguardia de la vida que se acerca.
Buscando el almendrado fruto escribo
mis flores en tu viento luminoso,
en la clara mañana pasajera.
Y ha de venir la noche a destruírlas
con lágrimas de escarcha descendiendo
sobre la tierra yerta y descarnada.