viernes, 31 de diciembre de 2010
AÑO VIEJO
jueves, 2 de diciembre de 2010
OTRO AZUL EN LOS OJOS
sábado, 5 de junio de 2010
PAISAJE CON ENCINAS
I
Chopos de mil colores,
gárrulo vecindario
del río.
Temblor azul que cruzan
rebaños
de nubes o de ovejas.
Y lejanos alcores.
Clara luna de pinos,
encinas de dura carne
y álamos contra la tarde.
Tremola una vela roja
en el oleaje del trigo.
Campos, campos. Campos
surcados
por infinitos caminos,
por caminos infinitos
de polvo y sol.
Las parameras desnudas
guardan mis recuerdos viejos.
Encina,
¿sabes tú a quien amaba yo?
II
¿A dónde iba, adónde
cuando dejé el río y los caminos,
polvo y agua en sazón para mi carne?
Un alto mar nocturno
dejaba caer cuchillos,
fugaces brillos de muerte
sobre las encinas.
¿A dónde fui, adónde
cuando las palabras eran
un brillo de sol
bajo la sombra?
El mar lejano tenía
veleros sobre la piel
y borraban sus manos ilusiones de arena.
¿A dónde voy, adónde
para decir que he cumplido
con la misión de nacer?
El mar me mira,
le miro con la mirada sin agua
y el corazón tan vacío
que no tinta de rojo las palabras.
¿A dónde iré?, ¿adónde
con los recuerdos quebrados
y en la muñeca un reloj
que conmigo no ha nacido?
El mar en el horizonte
está besándole al cielo.
Detrás de tantos besos, hay unos ojos mirando.
III
Lejos,
como esos mundos apenas descubiertos
detrás de las estrellas apagadas,
casi muertas, ocultas
por la luz de las ciudades.
Lejos,
como la infancia perdida
en un baúl de recuerdos
y palabras moribundas
con aroma de membrillos.
Lejos,
como la encina dormida,
y los amores primeros,
y la nostalgia blanca de trenes
aposentada en las tardes.
Lejos,
como los versos soñados,
como el polvo y el agua
jugando con el viento
y aquella luna tan alta.
Lejos…
¡Qué lejos estoy de mí mismo!
IV
Tal vez sean los años,
o los versos no escritos,
o la sombra perdida,
o el polvo del camino.
Tal vez sean los años,
o los versos escritos,
o la sombra que deja
su polvo en el asfalto.
Tal vez sea yo mismo
olvidando mis versos,
la encina, el universo,
el polvo de los años.
Tal vez no sea nada
y sólo esté dormido
a la sombra perpetua,
a la vera del río.
Tal vez no sea nada
y sólo esté soñando,
soñándome poeta
bajo las pardas ramas.
Tal vez esté dormido
y la encina me acune
con sus dedos sin polvo
por despertarme niño.
V
Traía encinas en los ojos,
mis encinas,
y en los bolsillos, nidos, sueños,
un polvo de nostalgia.
Traía encinas en el alma,
mis encinas,
y en las manos, versos, sueños,
un poso de nostalgia.
Traía encinas en los ojos.
Me fui quedando ciego.
viernes, 9 de abril de 2010
MÚSICA Y POESÍA
Van ya por el tercer programa. Si a alguien le interesa escucharlo, este es el enlace: http://ceutapower.listen2mymusic.com/
Si no hay contratiempos de última hora, el programa del próximo día 28, estará dedicado a mí.
miércoles, 17 de marzo de 2010
MULTIPLICA SUS FLORES EL ALMENDRO
Multiplica sus flores el almendro,
indefenso febrero diminuto,
en el cálido engaño de tus soles
que han de caer rendidos a la helada.
Y estalla la alegría a cada paso,
y el invierno parece ya vencido
por la tierna presencia alboreante,
vanguardia de la vida que se acerca.
Buscando el almendrado fruto escribo
mis flores en tu viento luminoso,
en la clara mañana pasajera.
Y ha de venir la noche a destruírlas
con lágrimas de escarcha descendiendo
sobre la tierra yerta y descarnada.
domingo, 14 de febrero de 2010
PARA CUANDO TÚ LLEGUES
Para cuando tú llegues
habré vuelto a la tierra
a escribir en cerámica
mis mejores poemas.
Para cuando tú llegues,
tan tarde, amor, tan tarde
que de mí sólo sepas
lo que los otros saben.
Para cuando tú llegues
y tengas que inventarme
a través de los versos
que te escribo en el aire.
Para cuando tú llegues
me habré ido sangrante;
bajo el tiempo de arcilla
sólo sabré esperarte.
Y entonces, cuando legues
hasta mi boca exánime,
algún alfarero loco
hará del barro carne.
lunes, 18 de enero de 2010
A MIGUEL HERNÁNDEZ
lunes, 4 de enero de 2010
POEMAS PARA BARCOS DE PAPEL
I
Dejando atrás el alto donde anidan
la nieve y la pureza, lento llega,
a pecho descubierto, la voz clara,
en majestad tan llana que conmueve.
Y se agrupan, estáticos, los álamos
en hilera, al sosiego de la tarde,
y los juncos inclinan su figura,
veloz, la golondrina roza el agua.
Maduro llega el río en esta hora
que bajan las estrellas a bañarse.
Cansado va, siguiendo su derrota.
Yo me bajo conmigo hasta sus aguas
y sumerjo mis manos en su torso.
Detenido en la orilla ya me alejo.
II
Como el pino perenne alzo mi copa
para brindar con viento con el cielo.
Como el pino rezumo mil heridas
que van cicatrizando y dejan huella.
Pero el pino afianza sus raíces
en la tierra que sabe suya y bebe,
y cuanto más la bebe más se afirma
su condición estable frente al tiempo.
Yo no tengo raíces que sustenten
la brevedad de círculos concéntricos
en mi tronco trazados con mi sangre.
Y sin embargo bebo, y brindo, y sé
que el hacha que me trunque habrá de darle
eterna dimensión a mi madera.
III
El agua de mi infancia clarioscura
espejea en los charcos sin memoria
borrados por el sol de algún estío
que cuarteó la tierra otrora fértil.
Devine un tiempo en río de aguas rápidas,
corrientes de miradas y murmullos
que dejan en el viento seco un eco
mientras cruzan la tierra detenida.
Mi historia no es más que eso: agua y más agua.
Hay un mar que me espera más allá
de la tierra que yo amo, bebo y surco.
Mi sino es también agua y cuando llueve
me mojo por entero por quitarme
el polvo que los siglos me han impuesto.
Con este poema participo en el segundo Concurso de Poesía de Heptagrama