viernes, 31 de diciembre de 2010

AÑO VIEJO

Trescientos sesenta y cinco días 
asesinados oficialmente a las doce de la noche. 

 Pero se han ido muriendo 
de inanición, desgana y desaliento, 
hora a hora, instante a instante. 

Pero se han muerto lentamente 
famélicos y enfermos, o en bruscos atentados, 
víctimas de sus propios sueños, las guerras y el miedo, 
devorados por la tierra que de repente 
abrió sus fauces y no pudo recoger más llanto caído de los cielos. 

Pero han ido quebrándose paso a paso, 
rompiéndose en pedazos que recogen y mezclan 
-aún el año está en capilla- periodistas 
y amigos de frías estadísticas, 
recogen y maquillan políticos sin norte, 
los dueños de las cosas. 

 Y hay muertos para todos, 
de días felices, desgraciados, 
que por fin enterramos.

jueves, 2 de diciembre de 2010

OTRO AZUL EN LOS OJOS

 (elegía frente al Mediterráneo) 

 A la memoria de mis padres 

 Con la memoria triste de los sueños, 
de los toros de fuego crepitando 
en el confín lunado de la noche 
donde el azul del hielo deja dardos 
olvidados, el mar en la mirada 
y un dolor desclavado en cada mano, 
camino por la vida no vivida, 
por el tiempo febril y amortajado 
perdido para siempre en el rastrojo 
que poblara la mies algún verano, 
y me duelen los muertos en la nube 
que cruza por la frente y en los barcos 
que mata el horizonte cada tarde, 
los muertos nunca vistos sin embargo. 
Y me duelen los muertos más queridos 
con el dolor más grande y más callado 
mientras, terriblemente solo, cuento 
las arrugas baldías de mis años 
vencidos frente al mar donde cordura 
la derrota le diera al loco hidalgo. 

 Los ojos de mil novecientos dos, 
los ojos de mi padre, con sus ramos 
colgando en los aleros de la luna, 
en el vuelo a mis ojos iniciaron 
de gavilán tan alto como estrellas 
y vencejo entre luces siempre bajo. 
Sus manos atezadas por mil soles 
 pusieron en las mías el letargo 
de simiente que el surco recibía 
como pecho de tierra abierto y cálido, 
la duda de la hoz, el hacha firme, 
la promesa curvada del arado, 
los frutos ya maduros y aquel mosto 
que mi boca libara -vino falso 
para el niño que en hombre clareaba-, 
la conciencia de ser viento en el campo. 
Los ojos de mi madre eran tan sólo 
dos candiles a veces apagados 
huyendo de la noche y de las lágrimas 
impregnadas de aceite requemado, 
barriendo las migajas de los días 
en un oscuro vuelo de sagrarios. 
Con caricia de nieve se posaban 
en la leña, el puchero, los armarios, 
 en las cosas de casa cotidianas, 
las desoladas aves de sus manos… 

 La vida tiene trenes y distancias, 
carreteras y mares, polvo blanco 
que borra los caminos y los sueños, 
hambres, montes con nieve, un pan extraño 
que a fuerza de besarlo y de comerlo 
se transforma un buen día en cotidiano. 
Tiene adioses y lágrimas, encuentros 
y nuevas despedidas, un aciago 
 sabor que se va haciendo con las horas 
amargo, y más amargo, y más amargo… 
Y tiene este penar, esta certeza 
de tomar el camino equivocado. 
Y dolor sin palabras que lo escupan. 
Y pesar por perder lo más cercano. 
Y unos ojos dejando para siempre 
aquel mirar tan claro y castellano. 
¡Ay, los amargos ojos de mis padres 
buscando temblorosos los ribazos 
del Duero ante la muerte! ¡Qué caudal 
extraño recogía sal de llanto, 
qué río hacia esta mar donde zozobra 
aquel cielo perdido y provinciano! 
Dejaron en mis ojos el vacío 
que dejan en la mar tantos naufragios. 

Con la memoria triste de los sueños 
ahogados en el fondo de los vasos, 
voy mirando las aguas. A mi espalda 
los versos no nacidos son compacto 
resumen de mi vida. Son mis ojos, 
con otro azul ahora, un pozo amargo, 
mis manos sin sus manos no son nada, 
tristes aspas sin viento son mis brazos 
y quieren ser olvido sordas huellas 
que graban en la arena pies descalzos.

2º premio en el V Certamen Antonia Pérez Alegre, Viladecans, 2010

sábado, 5 de junio de 2010

PAISAJE CON ENCINAS

 

I

 

Chopos de mil colores,

gárrulo vecindario

del río.

 

Temblor azul que cruzan

rebaños

de nubes o de ovejas.

Y lejanos alcores.

 

Clara luna de pinos,

encinas de dura carne

y álamos contra la tarde.

 

Tremola una vela roja

en el oleaje del trigo.

 

Campos, campos. Campos

surcados

por infinitos caminos,

por caminos infinitos

de polvo y sol.

 

Las parameras desnudas

guardan mis recuerdos viejos.

 

Encina,

¿sabes tú a quien amaba yo?

 


II

 

¿A dónde iba, adónde

cuando dejé el río y los caminos,

polvo y agua en sazón para mi carne?

Un alto mar nocturno

dejaba caer cuchillos,

fugaces brillos de muerte

sobre las encinas.

 

¿A dónde fui, adónde

cuando las palabras eran

un brillo de sol

bajo la sombra?

El  mar lejano tenía

veleros sobre la piel

y borraban sus manos ilusiones de arena.

 

¿A dónde voy, adónde

para decir que he cumplido

con la misión de nacer?

El mar me mira,

le miro con la mirada sin agua

y el corazón tan vacío

que no tinta de rojo las palabras.

 

¿A dónde iré?, ¿adónde

con los recuerdos quebrados

y en la muñeca un reloj

que conmigo no ha nacido?

El mar en el horizonte

está besándole al cielo.

Detrás de tantos besos, hay unos ojos mirando.

 

 

III

 

Lejos,

como esos mundos apenas descubiertos

detrás de las estrellas apagadas,

casi muertas, ocultas

por la luz de las ciudades.

 

Lejos,

como la infancia perdida

en un baúl de recuerdos

y palabras moribundas

con aroma de membrillos.

 

Lejos,

como la encina dormida,

y los amores primeros,

y la nostalgia blanca de trenes

aposentada en las tardes.

 

Lejos,

como los versos soñados,

como el polvo y el agua

jugando con el viento

y aquella luna tan alta.

 

Lejos…

¡Qué lejos estoy de mí mismo!

 

 

IV

 

Tal vez sean los años,

o los versos no escritos,

o la sombra perdida,

o el polvo del camino.

 

Tal vez sean los años,

o los versos escritos,

o la sombra que deja

su polvo en el asfalto.

 

Tal vez sea yo mismo

olvidando mis versos,

la encina, el universo,

el polvo de los años.

 

Tal vez no sea nada

y sólo esté dormido

a la sombra perpetua,

a la vera del río.

 

Tal vez no sea nada

y sólo esté soñando,

soñándome poeta

bajo las  pardas ramas.

 

Tal vez esté dormido

y la encina me acune

con sus dedos sin polvo

por despertarme niño.

 


V

 

Traía encinas en los ojos,

mis encinas,

y en los bolsillos, nidos, sueños,

un polvo de nostalgia.

Traía encinas en el alma,

mis encinas,

y en las manos, versos, sueños,

un poso de nostalgia.

Traía encinas en los ojos.

Me fui quedando ciego.

 

 

viernes, 9 de abril de 2010

MÚSICA Y POESÍA

Emilio Pérez, presidente del Grup Plomes Poètiques, con sede en Palot de Revardit, Girona, ha puesto en marcha el programa de radio por Internet "Música y Poesía" , todos los miércoles a partir de las 20,30 horas. En él se suceden el recitado de poemas de un determinado poeta con una selección de temas musicales.
Van ya por el tercer programa. Si a alguien le interesa escucharlo, este es el enlace: http://ceutapower.listen2mymusic.com/
Si no hay contratiempos de última hora, el programa del próximo día 28, estará dedicado a mí.

miércoles, 17 de marzo de 2010

MULTIPLICA SUS FLORES EL ALMENDRO

Multiplica sus flores el almendro,

indefenso febrero diminuto,

en el cálido engaño de tus soles

que han de caer rendidos a la helada.

 

Y estalla la alegría a cada paso,

y el invierno parece ya vencido

por la tierna presencia alboreante,

vanguardia de la vida que se acerca.

 

Buscando el almendrado fruto escribo

mis flores en tu viento luminoso,

en la clara mañana pasajera.

 

Y ha de venir la noche a destruírlas

con lágrimas de escarcha descendiendo

sobre la tierra yerta y descarnada.

domingo, 14 de febrero de 2010

PARA CUANDO TÚ LLEGUES

Para cuando tú llegues

habré vuelto a la tierra

a escribir en cerámica

mis mejores poemas.

 

Para cuando tú llegues,

tan tarde, amor, tan tarde

que de mí sólo sepas

lo que los otros saben.

 

Para cuando tú llegues

y tengas que inventarme

a través de los versos

que te escribo en el aire.

 

Para cuando tú llegues

me habré ido sangrante;

bajo el tiempo de arcilla

sólo sabré esperarte.

 

Y entonces, cuando legues

hasta mi boca exánime,

algún alfarero loco

hará del barro carne.

lunes, 18 de enero de 2010

De donde nace el viento: A MIGUEL HERNÁNDEZ

De donde nace el viento: A MIGUEL HERNÁNDEZ

A MIGUEL HERNÁNDEZ

Umbrío por la pena, casi bruno, 
del dolor eres hijo y de la muerte, 
de la noche del toro ya humillado, 
vencido y siempre eterno, inexorable. 

 Tus grandes ojos hieren de la historia 
la sombra que viviste entre cuchillos. 
Tu campesina voz y tu alegría 
murieron por la pena sepultadas. 

 Te has quedado solo, sin tu sombra, 
sin tus huesos, tu boca, tu mirada, 
sin victoria, sin cárcel, con poetas. 

El barro te ha ganado, pero vives 
en un eco sin muerte y en un viento 
que viene por la tierra enamorado.

lunes, 4 de enero de 2010

POEMAS PARA BARCOS DE PAPEL

Fui un niño que en atardeceres castellanos dejaba en las aguas del Duero, río de mi devenir, barquitos de papel. Ahora sé que en el frágil material de aquellos barcos iban impresos estos poemas.

I

Dejando atrás el alto donde anidan
la nieve y la pureza, lento llega,
a pecho descubierto, la voz clara,
en majestad tan llana que conmueve.

Y se agrupan, estáticos, los álamos
en hilera, al sosiego de la tarde,
y los juncos inclinan su figura,
veloz, la golondrina roza el agua.

Maduro llega el río en esta hora
que bajan las estrellas a bañarse.
Cansado va, siguiendo su derrota.

Yo me bajo conmigo hasta sus aguas
y sumerjo mis manos en su torso.
Detenido en la orilla ya me alejo.

II

Como el pino perenne alzo mi copa
para brindar con viento con el cielo.
Como el pino rezumo mil heridas
que van cicatrizando y dejan huella.

Pero el pino afianza sus raíces
en la tierra que sabe suya y bebe,
y cuanto más la bebe más se afirma
su condición estable frente al tiempo.

Yo no tengo raíces que sustenten
la brevedad de círculos concéntricos
en mi tronco trazados con mi sangre.

Y sin embargo bebo, y brindo, y sé
que el hacha que me trunque habrá de darle
eterna dimensión a mi madera.

III

El agua de mi infancia clarioscura
espejea en los charcos sin memoria
borrados por el sol de algún estío
que cuarteó la tierra otrora fértil.

Devine un tiempo en río de aguas rápidas,
corrientes de miradas y murmullos
que dejan en el viento seco un eco
mientras cruzan la tierra detenida.

Mi historia no es más que eso: agua y más agua.
Hay un mar que me espera más allá
de la tierra que yo amo, bebo y surco.

Mi sino es también agua y cuando llueve
me mojo por entero por quitarme
el polvo que los siglos me han impuesto.

Con este poema participo en el segundo Concurso de Poesía de Heptagrama